viernes, 16 de febrero de 2007

La virtud de la ingenuidad


Aunque muchos de vosotros pensareis a día de hoy que con las pruebas que hay se concluye que soy un hombre vacío sin sentimientos, he de deciros que esta noche he probado algo que me deja un amargo sabor. No es pena en el sentido estricto de la palabra ni mucho menos amor, no puedo decir que sea cariño ni tampoco puedo hablar de complicidad pero ha sido lo suficientemente fuerte como para desmontar mi tranquila escala de valores por un momento.

Os pongo en situación, esta noche de jueves post valentiniana, Alexandros y yo teníamos una "cita" con dos mujeres. Una de ellas como ya os imagináis es la mujer con la que comparte el tiempo mi amigo y la otra es la amiga de esta última que es el objeto de todo este razonamiento. Como muy bien sabréis la llamé para expresarle mis intenciones y no me lo cogió y respondió por sms a horas intempestivas de la madrugada para no tener yo oportunidad de llamarla. Los que me conozcáis imaginareis que yo esta noche iba con claras intenciones de darle un toque de atención por este comportamiento, de modo que cené y me dirigí con Alexandros al lugar de encuentro, un antro donde se rinde culto a la voz, es decir, un cochino karaoke. Sí, lo se, no es el lugar idóneo para acalorados encuentros ni el clima adecuado para abrir los corazones, pero al son de la voz alcohólica de un viejo vivaracho que intenta rememorar sus tiempos mozos, me dispuse a aclarar todo este entuerto.

Al llegar nos encontramos a la querida de Alexandros sentada con dos individuos curiosos. Uno de ellos, el claro cabecilla de la incursión sentimental, un cruce entre Policarpio Díaz y Freddy Krueger. El otro con pinta de aplicado estudiante de ciencias ambientales, gafas, entradas prominentes (no me gusta decir esto muy alto) y pinta de que iba a eyacular en el momento que le diera dos besos algo que oliera a hembra. Educadamente nos saludamos, les damos las gracias por "cuidar" de nuestra amiga y emigran al ver frustrado su plan de incursión femenina. Primer punto de ingenuidad de la fémina, el individuo primitivo se despide con la complicidad de un ofrecimiento generoso de "negocio", nuestra amiga sonriente se alegra e intercambian teléfonos. Ni que decir tiene que yo para conseguir su número de teléfono tendría que haberla enseñado un contrato indefinido si hubiera sido otro tipo de mujer, pero ella es así, bella pero ingenua.

Hasta este punto podréis pensar que esto sucedido no trasciende más allá de un pequeño cortejo que todos en algún momento hemos podido intentar con pretextos extraños o en algún caso disparatado, pero evidentemente algo sucedió, dios en su inmensa bondad quiso ponernos a prueba una vez más y nos envió raudo a su ejercito de las tinieblas para tentarnos, presento ante nosotros al autentico Equipo JA, o mejor dicho al trio Calatraba porque entraron en el local tres individuos cuyo gusto a la hora de vestir se adelanta a nuestro tiempo y a las estaciones del año. Tres seres con camisas sin mangas, pecho descubierto lleno de doradas cadenas y pantalones de lino blanco se presentan pavoneándose ante nuestra atónita mirada. Pero lo increíble no es esto, lo realmente frustrante es que el Juaquin Cortes de palo se acerca a nuestra amiga, y vaya por dios, si se conocen... como no... amigable conversación, un par de miradas obscenas de ellos y piensan "nosotros que estamos abonados al micrófono de pago hoy vamos a triunfar".
Aquí es cuando llego a la conclusión que no iban disfrazados como esta época podría sugerir, es que son así. Sus importantes contactos en las más altas esferas del local les proveen rápidamente de canción flamenquita y racial, cercana a Camela, ensayada durante largos maratones de karaoke para que puedan lucir sus desgarradoras voces y mostrar en todo su esplendor lo cuidado de sus coreografías, con sentimiento y bailes regionales.
Todo esto hubiera servido para tener la oportunidad de poder hablar con mi amada, pero no, los gañanes de turno tienen que dedicarles la canción y entre risas decir que esta destinada a una mujer de la sala... que ni decir tiene que estas dos eran las únicas hembras en metros a la redonda.

Yo ya empiezo a sentirme incómodo, y no por ellos, pobrecitos por dios, sino porque su actitud era una clara provocación hacia nosotros dos y en esas circunstancias o tragas o sales a lo Ricky Martin a arrasar con el escenario. Como nosotros no somos grandes artistas optamos por tragar con la esperanza de ver risas cómplices en nuestras acompañantes o algún comentario que indique que ellas también se han percatado. Nada más lejos de la realidad. Veo en las caras de nuestras acompañantes la mirada inocente de la que escucha una canción con una voz por encima de la mediocridad reinante y expresan su más absoluto agradecimiento con fervorosos aplausos al final de la actuación. Evidentemente ellos lo interpretan como una señal de que la batalla está ganada, que somos unos machos de la manada débiles y que sólo es cuestión de tiempo que ellas se den cuenta y nos abandonen. Pues te las quedas para ti solito pensé. Bueno no, realmente me tengo que levantar mañana temprano y era una buena excusa, pero el fondo del asunto es el siguiente, realmente ellas piensan que la gente es buena por naturaleza, incluso estos individuos. Es mucho pedir que la mujer con la que quiera estar discrimine estos personajes. No estoy celoso, lo que estoy es impotente ya que si expreso lo que pienso voy a parecer un loco celoso y si me lo callo me comerá por dentro.

Total que nos hemos ido porque teníamos que madrugar y las hemos dejado allí. Nuestros nuevos amiguitos nos han mirado frotándose las manos y mañana en carnaval nos enteraremos del desenlace de todo esto. Mi amigo y yo nos hemos zambullido en una larga conversación de camino a casa sobre lo que sentimos por estas mujeres y hemos llegado a conclusiones realmente curiosas. Sí, no estoy muerto por dentro, esa es una de ellas. Porque es tan ingenua e inocente que me gustaría abrazarla y encargarme de que no pasara por ninguna penuria nunca más. Debe ser la edad, los estrógenos o que tengo los niveles de leucocitos bajos pero por primera vez en mucho tiempo tengo un sentimiento tan parecido a lo que es querer a alguien sin haber tenido contacto con ella, que digo contacto si apenas he hablado de nada con ella. No os confundáis tampoco, no es amor, pero tengo la necesidad de mañana cuando esté disfrazada de galleta fontaneda o de papa pinocho, de expresarle todo esto sin realmente un fin más allá de quitarme este peso de encima, un fin podréis decir egoísta.

Vaya parrafada, se nota que el alcohol abre mis poros y suelta mi lengua. Mañana os cuento, con mi suerte seguro que es lesbiana y le gusta el cuero negro, aunque esto último no se si sería bueno o malo.... Hasta mañana (que es hoy) corazones...

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